El fino arte de la venganza
"Hoy tengo paz interior". Fue lo primero que dije al abrir los ojos. Me despertó la luz que entraba por la persiana. Eran apenas las ocho de la mañana. Me encaminé a la cocina, puse la cafetera en marcha y mientras el café surgía gota a gota, me apliqué como todas las mañanas a hacer mis ejercicios de yoga.
El viernes por la noche, es decir anoche, estuve en la fiesta del lanzamiento del nuevo producto que puso en el mercado la empresa para la cual trabajo. Fue intenso. Todos los gerentes, las empresas invitadas, posibles compradores y mi jefa diciendo todo el tiempo que no hay que perder pisada, que hay que aprovechar como dice ella la "window of opportunity" Y ahí estábamos codo con codo, al menos los de mi grupo, en bloque. Aunque se sentía raro. Unos de festejo, otros bajo inspección. Sentía que todos los ojos me miraban. Pero es así, un poco como una jungla, al final gana el más fuerte, el mejor. Cada grupo tratando de conseguir para sí las mejores cuentas, los peces gordos. No es fácil, se generan roces como chispas en un instante.
Crecen odios, celos. Lo que no te enseñan en la capacitación lo aprendés después sobre la marcha, me refiero al fino arte de la venganza. Lo asimilás aunque al principio te niegues, no hay satisfacción mayor que cobrarse una pequeña venganza.
De cualquier modo para mí que soy bastante ingenua, no es fácil. Ansío a lo largo de la semana que llegue el sábado, entonces me renuevo, me desintoxico. Cada sábado, un nuevo comienzo. Claro el lunes está a la vuelta de la esquina, pero liberarse del estress es primordial, es como tomar impulso para zambullirse otra vez en la porquería.
Los fines de semana son como pequeñas islas donde descansar, los días de la semana hay que nadar hasta la siguiente isla. Me encanta esos días de asueto. Para irme por las ramas. Hago cosas que la gente que me rodea de lunes a viernes ni se imagina, escucho música y bailo por la casa, los vecinos a veces se quejan del volumen, pero que aguanten. Me subo a la bici y pedaleo sin rumbo hasta cansarme. Me meto en cuanto quiosco artesanal encuentro, soy como los avestruces, me gusta todo lo que brilla. Piedritas de colores, colgantes con nácar, gargantillas de caracoles. Es la magia de los fines de semana. El noble arte de elegir. Poder hacer lo que uno quiere, no lo que a uno le indican. Por otra parte, no soy un bicho de fácil arreo. Trabajo incansablemente, me pongo la camiseta, hasta que alguna injusticia me embarra las ganas. En esos momentos pienso en mi pequeña venganza. Ahí freno, y de hacer todo al máximo paso a hacer lo mínimo indispensable. Me olvido de que lo importante son los intereses de la empresa, que supuestamente tendría que poner por delante de los míos. Me repliego, espero, y pienso, sigan así, desmotiven.
Ahora ni bien se complique, caigan los pedidos, así de caliente como estoy me pido una médica y que se arreglen como puedan. El último que salga que apague la luz.
Marzo 2009
(imagen tomada de la web)
4 comentarios
Neptunia -
Un saludo y eres bienvenida cuando gustes.
Neptunia
Gigi -
Llegué a tu blog por casualidad buscando una imagen de un laberinto y al leer este post, caí en cuenta de que yo misma no logro la salida de mi laberinto...
Saludos pisciana, Dios te bendiga =)
Neptunia -
besos
Isabel -